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MÁQUINAS DE CREPES Y GOFRES

Las gofreras y creperas son dos máquinas de cocción por contacto que comparten materiales, temperatura y sencillez de uso, pero ofrecen resultados muy distintos. Ambas están diseñadas para producciones rápidas, visuales y de alta rotación, por eso son protagonistas en ferias, cafeterías, food trucks y puestos de street food.

La crepera dispone de una placa circular de hierro fundido con recubrimiento antiadherente, de entre 35 y 40 cm de diámetro y un grosor de 15 a 20 mm, lo que garantiza una distribución uniforme del calor. Alcanza temperaturas de hasta 300 °C y permite regularla fácilmente según la textura deseada. Basta con verter la masa, extenderla con la pala de madera y girarla tras unos segundos: en menos de un minuto está lista para servir. Su rapidez, bajo coste de ingredientes y atractivo visual hacen que sea una máquina de amortización inmediata. Las hay simples o dobles, según la producción que necesites, y pueden ser eléctricas o a gas. Las eléctricas, más compactas y limpias, son las más habituales, con potencias de 2 a 3 kW por placa y conexión monofásica.

La gofrera comparte la base técnica —placas de hierro fundido con recubrimiento antiadherente—, pero la cocción se realiza con la masa cruda vertida entre las dos planchas, lo que genera el característico relieve del gofre. También alcanza los 300 °C y normalmente dispone de temporizador, termostato regulable y luz indicadora de temperatura. Algunos modelos permiten intercambiar placas, una opción interesante para ofrecer distintos formatos: corazones, roscos, conos o figuras que atraen por su originalidad y aumentan las ventas. Existen versiones con apertura horizontal o giratoria (rotativas), que reparten mejor la masa y consiguen una cocción más homogénea por ambas caras.

Ambas máquinas están fabricadas en acero inoxidable, fáciles de limpiar y de mantener. Es importante no utilizar productos abrasivos ni objetos punzantes que puedan dañar el recubrimiento. La limpieza debe hacerse siempre con una solución jabonosa suave y un paño húmedo cuando la placa esté templada. Ten en cuenta que durante el primer uso, es normal que desprendan olor a aceite o generen un poco de humo: es la película protectora que se quema al calentarse por primera vez. No trabajes siempre a máxima temperatura —295 °C es más que suficiente— y limpia bien las placas tras cada servicio para evitar sabores requemados y prolongar su vida útil.

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