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HORNOS DE PIZZA

Los hornos de pizza industriales están diseñados para alcanzar temperaturas muy altas —alrededor de 400 °C— y conseguir cocciones rápidas y uniformes. Todos comparten una característica esencial: la solera o base de piedra refractaria, que retiene el calor y permite cocinar la pizza en menos de dos minutos, tal como se hace en la tradición italiana. Gracias a esa rapidez, se logra una alta rotación y una gran capacidad de producción.

Pueden funcionar con electricidad, gas o leña, e incluso hay modelos híbridos que combinan gas y leña. En los eléctricos, las resistencias se sitúan bajo la piedra o integradas en ella; en los de gas, el quemador calienta desde abajo; y en los hornos de leña, la forma abovedada distribuye el calor mientras la leña encendida a un lado mantiene la temperatura constante. También existen los hornos de túnel o cinta, pensados para producción continua: una parrilla giratoria transporta las pizzas a través de la cámara de cocción, que mantiene el calor con resistencias superiores e inferiores. Aunque no tienen piedra refractaria, alcanzan temperaturas similares y garantizan una cocción de entre uno y tres minutos por pizza. El tamaño de la cámara marca la capacidad del horno. Los fabricantes suelen indicar cuántas pizzas caben por tanda (por ejemplo, cuatro de 33 cm o dos de 60 × 40 cm). Las cámaras son bajas, de unos 15 cm de altura, optimizadas para pizzas finas, aunque también pueden usarse para pan, cocas o el acabado de paellas. Los hornos de pizza más comunes disponen de una o dos cámaras independientes, cada una con su control de temperatura y su iluminación interior.

Las puertas, de acero inoxidable y con ventana de cristal templado, permiten controlar la cocción sin abrir. Los modelos más básicos cuentan con mandos analógicos y regulación manual, mientras que los de gama media o alta incorporan paneles digitales o programables, con funciones adicionales como control de humedad o temporizador por cámara. En cuanto a medidas, conviene revisar tanto las dimensiones interiores como las exteriores: los hornos de pizza son voluminosos y pesados, especialmente los modelos de doble cámara. Por eso, se recomienda adquirir el soporte original del fabricante, diseñado para soportar su peso, y en caso de apilar varios hornos, instalar siempre el kit de refuerzo, que permite colocar hasta tres unidades en columna con total seguridad. Los hornos eléctricos van desde unos 1,5 kW en los modelos más pequeños hasta 30 kW en los más potentes. Los de gas alcanzan potencias similares, entre 15 y 30 kW por cámara, y requieren obligatoriamente una salida de humos.

Los hornos de pizza industriales no solo se utilizan en pizzerías: también son perfectos para el acabado de paellas, fideuás o gratinados, ya que combinan calor seco, potencia y uniformidad. Si buscas un horno compacto para pequeñas producciones, existen modelos económicos de sobremesa con cámaras de 35 × 35 cm o 40 × 40 cm que ofrecen excelentes resultados con un consumo muy bajo. En definitiva, un buen horno de pizza es sinónimo de rapidez, precisión y calidad. Su capacidad para alcanzar altas temperaturas y mantener una cocción constante lo convierte en una pieza clave en cualquier cocina profesional.

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